A lo largo de la evolución, nos adaptamos y aprendemos a actuar de la forma más eficaz para asegurar la supervivencia y desarrollo de nuestra especie según el ambiente en el que nos encontremos, toda esta información se transmite de generación en generación hasta que pasan a ser conductas que se integran en nuestro repertorio más interno. Son los llamados comportamientos neuroendocrinos altamente conservados, es decir, grabados fuertemente en nuestro ADN.
Estos comportamientos los llevamos a cabo de forma instintiva, activando nuestros reflejos, que van a desencadenar una serie de conexiones neuronales en el cerebro del bebé con importantes implicaciones en su neurodesarrollo. Por lo que podemos pensar que intervenir e interrumpir estos comportamientos impidiendo que tengan lugar, pueda ser perjudicial para el desarrollo y crecimiento sano de nuestro bebé.
El amamantamiento
Un ejemplo de ello es el amamantamiento. Cuando nace un bebé y lo ponemos sobre el torso desnudo de la madre sin intervenir, llevará a cabo una serie de conductas para alcanzar el pecho materno donde comenzará a succionar. Por sí mismo, irá haciendo una serie de movimientos, arrastrándose y gateando, llegará al pezón de la madre, guiado por su característico olor, y además irá abriendo los ojos y percibiendo el color oscuro que ha ido adquiriendo la areola a lo largo del embarazo. Esto puede llevar más o menos tiempo, pero siempre es así. El bebé hace lo que sabe hacer por naturaleza, en el ambiente en el que debe estar, en la piel de su madre. Otro comportamiento para los que los bebés nacen preparados es para la interacción social, y es sobre la piel de su madre donde estará lo suficientemente cerca como para mirarla a los ojos y verla con la suficiente nitidez, comenzando el vínculo afectivo entre ambos.
Pero ninguno de estos comportamientos tiene sentido si no es sobre el cuerpo de la madre, el hábitat natural del recién nacido, su ecología. Es el piel con piel con el cuerpo de la madre lo que estimula estas conductas, activando todos estos reflejos, y por lo tanto todas las conexiones cerebrales.. Sin el contacto piel con piel, sin el cuerpo de la madre, no se producirían estas conexiones tan necesarias para el desarrollo cerebral del bebé. Si dejamos al bebé en una cuna, nada de esto ocurrirá.
Todo este desarrollo cerebral, tendrá grandes implicaciones en el bebé y también en la madre, como ya iremos viendo. Sabemos que montones de conexiones cerebrales tan importantes y determinantes para el futuro desarrollo, ocurren durante los primeros minutos y horas de vida del bebé, siempre sobre sobre el cuerpo de mamá. El bebé programa todo su desarrollo futuro en ese momento, según la información que reciba de la madre de cómo es el ambiente, hay una programación cerebral. Lo que pase en esos minutos y horas interfiere sobre cómo va a desarrollarse en los próximos meses, y lo que pase en esos meses, sobre lo cómo se desarrollará en los primeros años. Así funciona el cerebro y la programación cerebral. Por eso es tan importante el primer día, las primeras 24 horas, aquí empieza el desarrollo sano, lo que ocurre en esos primeros minutos y horas va a tener consecuencias para toda la vida.
Exterogestación
Todo esto está en consonancia con exterogestación. El bebé pasa 9 meses de gestación en el útero materno, y ahora necesita 9 meses de gestación sobre el regazo de la madre. Es sabido que la especie humana nace antes de tiempo, los bebés son muy inmaduros al nacer, por lo que necesitan estos 9 meses más EN PIEL CON PIEL para seguir madurando y desarrollándose hasta poder tener cierta independencia del cuerpo de la madre, necesita esos 9 meses en contacto íntimo corporal y afectivo. Eso es lo que quiere y lo que necesita tu bebé, estar junto a mamá la mayor parte del tiempo. El porteo, la lactancia materna o el colecho, son formas muy respetuosas de maternar piel con piel y ofrecer a tu bebé el mejor desarrollo.
¡Que no os separen!
Es una pena ver cómo sabiendo todo esto, teniendo estudios tan claros que hablan de lo maravilloso que es el piel con piel, la separación entre madre y bebé sea tan normal en el ámbito hospitalario. El piel con piel pasa a ser algo secundario, priorizándose otras cosas que, no siendo menos importantes, no son necesarias realizarlas en este tiempo. Las distintas mediciones, las pruebas protocolarias, y el baño del bebé pueden esperar, pero ese click que se hace en el desarrollo del bebé en ese preciso momento tras el nacimiento, no va a esperar. También nos encontramos con pieles con pieles que en realidad no lo son, mamás que sostienen a sus bebés envueltos en mantas o vistiendo pijamas. Así que recordad siempre pedir que os pongan a vuestro bebe piel con piel, no solo va a ser beneficioso para él, sino que también va a tener implicaciones en vuestra propia biología, favoreciendo la salud tanto física como emocional, así es como funciona vuestro cerebro. Pronto os hablaré de los cambios que se producen cerebralmente durante el embarazo, lo que os ayudará a entender muchísimas cosas para así tener un embarazo y parto conscientes y sentiros informadas y empoderadas para ser capaces de tomar todas vuestras decisiones.